NIÑOS PERDIDOS
Qué joya es Pistol. La serie biopic de la mítica banda de Punk, Sex Pistols, dirigida por Danny Boyle (28 Días Después, 2002) y basada en el libro Lonely Jones: Historias de un Sex Pistol de Steve Jones es, sin duda, una de las mejores series del año.
Pistol es la historia sobre el nacimiento y la decadencia de la banda que rompió todos los esquemas habidos y por haber en la Inglaterra de los años 70s. Es un dibujo y un retrato de una época y momento concreto de un país en crisis que tenía una generación perdida, una juventud sin futuro ni aspiraciones si venías de una familia humilde. Pero sobretodo, es la historia de unos chicos perdidos.
Un grupo de chavales -no sólo los miembros de la banda- jóvenes, con ira, ilusión, rabia y sobretodo ganas de demostrar que no están perdidos, que quieren encontrarse a sí mismos… o que son víctimas de todo ello. La serie nos muestra como el Punk no sólo es un género musical, sino una actitud.
La dirección de Boyle es excelente, la fotografía y la tonalidad de la imagen te transporta a esa época vintage con ese estilo de cámara antigua pero ampliando su atractivo gracias a los colores, la imagen a 4:3 refuerza todo el discurso tanto visual como narrativo de la serie. Todo lo que viven, es mucho más cercano.
*OJO SPOILERS*
REVOLUCIÓN
Steve Jones (Toby Wallace), Jacob Slater (Paul Cook), Glen Matlock (Christian Lees), John Rotten (Anson Boon) y, más tarde, Sid Vicious (Louis Partridge) revolucionaron un país, cargados de rabia y rebeldía, y revolucionaron el conservadurismo presente. Esa idea bonita hippie de los 60s no era suficiente en los duros barrios obreros de Londres. Hacía falta más, un grito, un mal gesto. Hacía falta tocar las narices de verdad.
Esa rabia la utilizó a su favor el representante de la banda, Malcolm McLaren (Thomas Brodie-Sangster), alguien que ideó a los Sex Pistols, los juntó, los separó y los usó a su manera para ir contra un sistema que detestaba. Pero, como vemos a lo largo de la serie, al final sólo pensaba en sí mismo y esa rabia se iba muy pronto cuando él podía ejercer como estrella. Es por eso que usó a Jones para echar a Glen de la banda, el mejor músico de largo, por un Sid Vicious que sí que vendía esa imagen de rebeldía. De Punk.
Pero si algo nos muestra Boyle con la serie, además de la revolución cultural que supuso el grupo, es la revolución que significó para los miembros de la banda. A Jones, el líder y fundador, le dio un motivo para alejarse de los problemas, de la cárcel, de los robos debido a esa rabia que le tenía a su padrasto -el cual abusaba de él- y ese era la música. Sin la música, probablemente no hubiera acabado tan bien.
Para Rotten significó lograr una posición donde cantar, y sacar, todo lo que llevaba dentro. Siendo un irlandés en Inglaterra, un tipo raro y manipulador desde el inicio, pero que muestra pequeños toques de buen corazón, tenía mucho que dar y eso lo logró gracias a la música. Por el contrario, para Sid Vicious significó el fin. Una manera de conocer a su Bonny y un éxito le llevó a perder la cabeza. Una cabeza que empezó a irse cuando a los 14 años su madre ya le daba heroína…
Es importante recalcar el concepto de niños perdidos y eso se hace más evidente gracias a Paul Hook y Glen. Ambos, miembros de la banda, no representaban esa rabia a rajatabla. Hook tenía unos padres atentos y cariñosos, Glen iba a la universidad. Ambos querían más la música que una revolución.
El ejemplo de lo que supuso esta revolución -con influencias en Jimi Hendrix, David Bowie, los New York Dolls,…- se puede ver en la forma de vestir que marcaba la tienda SEX, punto de encuentro para cualquier persona diferente, de Vivienne Westwood (Talulah Riley) y Malcolm McLaren. Se puede observar en el magnífico montaje de la serie con imágenes de la época, contrastando la hipocresía de toda una sociedad.
Pero la serie tiene más y sus personajes son más importantes.
SID & NANCY – JONSY & CHRISSIE
Si hay un motivo claro de por qué Pistols es una de las mejores series del año es por sus personajes. Y cómo se relacionan entre ellos. La relación entre los miembros de la banda, la relación con el mánager, la relación con su entorno en diferentes etapas, la relación de cada uno con su familia, con las drogas…
Boyle retrata unos personajes no sólo interesantes y atractivos de entrada, sino con contenido, con capas. Quieres saber más de ellos, les quieres ver haciendo cosas, interactuando con los demás, te enrabieta las decisiones y ciertas actitudes que toman pero logras entender perfectamente el por qué hacen lo que hacen.
Rotten carga contra todo el mundo y maniquea para que su amigo Sid entre en la banda porque no quiere sentirse sólo y rechazado -algo que sufría incluso siendo la estrella de la banda-, porque sabía lo que era sentirse así siendo irlandés en Londres. Jones acepta cada locura egoísta de Malcolm simplemente porque es el único que creyó en él cuando estaba totalmente perdido -aunque realmente lo utilizara cuando lo necesitara-. Vicious vive completamente para dar esa imagen de tipo duro, rebelde, descerebrado y peligroso porque en realidad es un niño. Un chico de apenas 20 años que sólo quiere hacerse valer, pero de la manera incorrecta.
Y ahí es cuando entra Nancy y Chrissie. Nancy (Emma Appleton), una groupie de la banda que conquistó a Sid, refleja esos miedos que tenía el propio Sid. Son dos polos iguales que se repelen. Una chica perdida, buscando a alguien que se pierda con ella… eso explica el final de ambos. Eran el cóctel perfecto para dos personas que, condenadas a autodestruirse, decidieron hacerlo juntos.
Sin embargo, tenemos la maravillosa relación de Jones y Chrissie (Sydney Chandler). Que genialidad utilizar la música -en este caso la canción de Starman de David Bowie– como elemento narrativo y de conexión de dos personajes. Al igual que Sid y Nancy, dos niños perdidos pero que al contrario de querer destruir, quieren hacer algo más. Quieren demostrar lo que valen. A ellos mismos. Chrissie es el amor imposible de Jones, una chica de EE.UU. que voló hacia Londres para encontrar su voz, para lograr su sueño, mientras que Jones era un bala perdida. Pero Jones logra encontrar esa pasión por la música gracias a Chrissie, y Chrissie logró encontrar su voz gracias a Jones. A pesar de ser completamente diferentes. A pesar de no poder acabar juntos.
Jones empezó con el Punk por la actitud pero, gracias a Chrissie, encontró la música.
GOD SAVE THE SEX PISTOLS
Podría escribir durante horas lo que significa esta serie. Una serie revolucionaria, pero de verdad. Una representación de lo que es luchar por abrir la mente de las personas, de ser rechazados pero no bajar la cabeza, mantener tu autenticidad y gritarla. Un movimiento que escupía a esas mente cerradas que los vapuleaban, que los tachaban, que los veían como los raritos.
Pistol da cátedra sobre como hacer un biopic de una banda mostrando las luces y las sombras, pero sobretodo mostrando unas personas reales con inseguridades y errores, con autenticidad y miedos, con ganas de dar un paso adelante para decirles cuatro verdades a los que los pisoteaban y para gritar: «Estamos aquí». Pistol no va de leyendas, no va de dioses del Rock. Va sobre un grupo de gente hasta las narices de soportar una sociedad que no hace más que aplastarlos, por diferentes motivos.
El capítulo de la mujer esquizofrénica y lo que lleva en el bolso -impactante es quedarse corto-, la historia de las adolescentes punkis que llegan a Londres con ilusión y se topan con la realidad, el episodio donde Jones descubre que esto de la guitarra puede ser más que un trozo de madera y cuerdas… Pistol tiene momentos que son oro.
Para qué hablar más. Para que escribir más. Es mejor verla y juzgar por uno mismo. Pero Danny Boyle nos ha traído con Pistol uno de los mejores productos de su carrera. Mejor dicho, una de sus mejores obras, sea más o menos cercana a la realidad. Qué sabor a Trainspotting…
Larga vida al Punk.
PD: PEDAZO DE BSO.