HISTORIAS DE PERDEDORES
Adoro estas películas. Todo el mundo lo hace en realidad. Hustle (2022) es una más de las decenas de películas sobre superación deportiva, sobre caer y levantarse, sobre nunca rendirse. Nos llenan de inspiración, de ganas para luchar por nuestros sueños, sean cuales sean, y casi siempre nos dejan con un gran sabor de boca. Quizá la más mítica es Rocky (1976), la historia de un boxeador perdedor -y de un actor perdedor, como lo era entonces Sly Stallone-.
Son historias de perdedores que nos hacen insistir una vez más. Y Hustle es una película más que digna en esa parcela. Un drama de baloncesto y dos perdedores que no se rinden, que tienen que encontrar la manera de lograr su sueño a pesar de todas las hostias que se llevan por el camino.
Los dos perdedores en cuestión son Stanley (Adam Sandler), un scout de los Philadelphia Sixers que quiere ser segundo entrenador del club, y Bo Cruz (Juancho Hernangómez), un talento en bruto del basket que trabaja como obrero en Madrid. Sus caminos se cruzan y ambos, juntos, lucharán por estar en la NBA.
Si hay algo que funciona genial en Hustle es la química que existe entre los dos protagonistas. Adam Sandler es mucho mejor actor de lo que la gente piensa -ya lo demostró hace bien poco en Uncut Gems (2019)- y el papel le viene como anillo al dedo. Su Stanley mantiene ese humor propio y esa determinación que provoca que estés con él a muerte, hasta el final. Y si hay algo que me encanta de su personaje es su naturalidad. No necesita grandes alardes ni momentos para brillar. Lo hace con humor, un humor punzante, de la clase que dices «Qué cabrón» pero con una sonrisa.
Con Juancho es otra historia. Se nota mucho que no es actor- en realidad es un jugador español de baloncesto que juega en la NBA– y se le ve muy limitado. Pero pienso que el personaje se adapta muy bien a sus características. Es creíble su humildad, su naturalidad, su espontaneidad, la manera calmada y tranquila en la que afronta los diferentes baches. Muchos otros jugadores, e incluso actores, habrían convertido su personaje en una estrellita por explotar, en alguien más extrovertido quizá, pero lo orgánico que lo hace Juancho es para romper una lanza a su favor.
*OJO SPOILERS*
No quiero extenderme demasiado con la historia. Cualquiera pude intuir de que va. Maestro que hará todo lo posible porque su Alumno, que viene de un lugar muy humilde -ese sabor español que tiene la película le gana puntos-, logre estar en la NBA. Tenemos todos los reveses, como el puñetero Presidente de los Sixers que tiene echa la cruz a Stanley, o el otro talento en bruto rival, que no hace más que meterse con nuestro Bo.
Tenemos el conflicto entre Mentor y Alumno, el pasado triste de Stanley, los entrenamientos, tanto físicos como psicológicos… hasta tenemos el speech, un discurso en el que Adam Sandler brilla y se luce. Y, por supuesto, tenemos el golpe final, tanto de fracaso como de redención.
Si hay una escena que quiero destacar, dentro de las muchas que hay, es el reencuentro de Bo Cruz con su hija. Es la representación de lo que decía un poco más arriba, es tan natural, tan español en cierta medida, que te lo crees. No es un momento perfecto, casi coreografiado, en el que todo sale perfecto. Es un padre saltando a la piscina para abrazar a su hija. Hasta el movimiento es basto, casi antiestético, pero es real. Se siente verdadero.
Claro que la película tiene fallos. Los estadounidenses pocas veces tratan España y el idioma de forma adecuada. Es forzado que al principio no se entiendan y que luego hablen inglés sin problema. También podemos criticar que es un drama deportivo que no descubre nada nuevo. El final es convencional, Stanley acaba en el banquillo de los Sixers y Bo Cruz se convierte en jugador de los Celtics.
Pero si que veo en Hustle una película muy actual, muy moderna. Utilizan las RR.SS de manera muy inteligente, como los desafíos en las canchas que hacen Stanley y Cruz a otros jugadores para darse a conocer -porque nadie les quería-. Ese mensaje de que, cuando te cierran todas las puertas, hay que derribarlas de una patada es genial.
Podemos comparar Hustle con Entrenador Carter (2005) o, más recientemente, con The Way Back (2020). Ambas películas sinceras, distintas, pero bajo el drama deportivo del baloncesto. Pero Hustle se siente más moderna, al puro estilo de The Last Dance (2020). Está hecha para otra generación y por eso encaja tan bien en Netflix.
Si eres fan de la NBA y del Basket disfrutarás con la aparición de un montón de jugadores, entrenadores, símbolos y referencias. Hasta salen varios jugadores españoles y el selecionador Scariolo. Pero lo que realmente vale es que es una película con alma, con ganas, muy fresca en muchos sentidos a pesar de lo ya comentado.
Una de esas películas con un mensaje que vienen muy bien de vez en cuando.
Puntuación: **** (sobre 5)