Con la salida del tráiler del ‘live action’ de ‘La Sirenita’ la polémica se ha vuelto a desatar entorno a los cambios de raza de Disney.
Ya hay tráiler de La Sirenita. Y las redes han explotado. Desde que Disney anunció a una actriz negra para encarnar el personaje -clásicamente definido como blanca y pelirroja- las RRSS entraron en una guerra tristemente cada vez más habitual sobre los que están a favor de estos cambios y sobre los que los rechazan. Pero, ¿qué hay detrás?
Para empezar, los cambios de raza o etnia en personajes no es nada nuevo. Es más, actores blancos han encarnado personajes que deberían ser de otra etnia como es el caso de Jake Gyllenhaal en Príncipe de Persia (2010) o más recientemente Scarlett Johansson en Ghost in the Cell (2017). Ambos no cumplían el requisito de la etnia pero ninguno sufrió esta polémica –al menos en Occidente-.
Sin embargo, la realidad es que en los últimos años los cambios de etnia en personajes se ha hecho más evidente en pro de una inclusión que se vende como una manera de apoyar a diferentes colectivos marginados a lo largo de la historia. Personajes como Valquirias negras (saga de Thor en Marvel), elfos de color (Anillos del Poder) o incluso la serie sobre Ana Bolena han caído ante esta premisa, ¿pero donde queda la línea que separa las críticas racistas frente a las argumentadas y razonables?
FIDELIDAD VS FICCIÓN
Lo cierto es que si quieres afrontar una representación histórica, fiel y convincente debe permanecer la etnia del personaje en cuestión. No puedes convertir a Ana Bolena en negra de la misma manera que no puedes hacer a Malcolm X blanco. Es falso, erróneo y contradictorio. E incluso ridículo e insultante. Ahora bien, no hay ningún problema en cambiar la etnia a un personaje de una historia que no afecte a la trama o a la representación que se quiere mostrar. Me explico.
No hay nigún problema en que un personaje secundario como es la Valquiria de Thor: Ragnarok (2017) sea negra. En este caso su color no afecta al arco del personaje, la historia no busca crear un realismo extremo de la mitología nórdica y, es más, los mitos nórdicos en la película son lo de menos, tratándose casi de una parodia. Por el contrario, si pretendes representar los mitos de la cultura del norte de Europa de una manera fiel y seria es importante mantener la etnia, como hizo Robert Eggers con su Valquiria en The Northman (2022).
Creo que es simple a pesar de la cantidad de casos que se están dando. ¿Afecta ese cambio a la intención de la película? ¿Ésta busca traernos una representación fiel o ese no es su objetivo? ¿Provoca el cambio un problema en el arco del personaje? Eso es lo que hay que mirar en profundidad antes de dar una opinión en muchos casos sesgada o impulsada por emociones.
TEMA SIRENITA
Entonces, ¿donde queda La Sirenita en todo este fregado? Muy sencillo, no importa. No hay problema en ver una sirenita negra como no lo hay en ver un ogro amarillo. ¿Puede desviarse de la descripción original que se escribió hace décadas? Puede ser si… pero ¿de verdad afecta en algo a la historia o el personaje? No van a contar la historia de Bruce Lee, donde su raza es clave para entender su vida -ahí si que pondría el grito en el cielo-. No. Vas a contar la historia de una mujer pez. A nadie le importa. Es más, si no eres muy fan de la Sirenita -y pocos deben de haber que superen los 18 años- te debería de importar cero. Ahora bien, ¿que pretende Disney con esto?
Muy fácil. Dinero. Disney ve en esta inclusión -a veces forzada, a veces natural- una oportunidad, y aquí viene lo importante, NO SÓLO de vender más -más clicks, más visitas, más público, más atención, más dinero…- sino sobretodo de PROTEGERSE ANTE LA CRÍTICA. Sí, Disney lo hace por eso. Lo hace para que cuando la película sea criticada estrictamente por su calidad esa crítica pueda ser tachada de racista, machista, sexista y un largo –ista. Lo hacen para que sus productos no tengan un pero. Nadie se va a atrever a criticar una película como Lightyear (2022), una cinta que ha fracasado comercialmente, porque le tacharían de homófobo por simplemente una escena de inclusión, aunque lo demás sea razonablemente criticable. Y si tu producto no puede ser criticado ferozmente tienes más probabilidades de atraer al público. No hay más.
Disney no es la salvadora del mundo. Ningún conglomerado o multinacional como él lo es. Buscan su propio beneficio e intereses y cuando el público se dé cuenta de ello verán que esa actitud de aprovechar el cambio de raza a un personaje para vender o evitar la crítica es casi tan racista como los racistas que se meten con una persona por su color de piel.
Da igual que La Sirenita sea negra, blanca, amarilla o azul al mismo tiempo de que NO da igual que Martin Luther King sea blanco o que Napoleón sea negro. Ahora, lo que MÁS debe importarnos es el uso de colectivos como herramientas políticas, como manera de ganar dinero o como víctimas de discriminación.
Ante la masiva cantidad de productos audiovisuales, es en esta época donde el público -me incluyo- tenemos que ser más críticos y reflexivos con el contenido que vemos.