ARMIE HAMMER, CANIBALISMO Y ADICCIONES EN HOLLYWOOD

Armie Hammer
Fuente: Getty Image.

Tras las acusaciones de abusos y tendencias caníbales, Armie Hammer ha salido a defenderse tras pasar 9 meses en una clínica de Florida.

Las adicciones, los excesos y las conductas inapropiadas no son una novedad en Hollywood. Ya es normal conocer el lado más oscuro de muchos de los más grandes actores, cantantes o artistas del mundo del entretenimiento. Pero el caso de Armie Hammer ha sobresalido del resto en los últimos años.

El actor de 36 años y protagonista de cintas como La Red Social (2010) o Call Me By Your Name (2017) era una de las mayores promesas de la industria del cine. Sin embargo, las acusaciones de violaciones y tendencias caníbales arruinaron su carrera.

Hammer ha guardado silencio durante estos años desde que dichas acusaciones salieran a la luz en 2020 por varias mujeres en la que una de ellas afirmaba al Page Six de The New York Post que él quería «hacer una barbacoa y comer su costilla» y que la marcó con su inicial, una ‘A’, en la pelvis. Incluso un joven de Bogotá confesó que Hammer le había violado salvajemente y le cortó con papel y cristal «para luego chuparme la sangre». (El Mundo).

Los abogados del actor lo desmintieron alegando que «cualquier tipo de interacción fue consentida y se discutió con profundidad».

A la espera del resultado de las acusaciones y con Hammer viviendo en las Islas Caimán tras 9 meses en una clínica de Florida el actor rompió su silencio el pasado 4 de Febrero en una entrevista para Air Mail en la que afirma que sufrió abusos cuando tenía 13 años y que se volvió adicto al sadomasoquismo.

«La sexualidad entró en mi vida de una forma en la que estaba completamente fuera de control».

«Estoy aquí para asumir mis errores, responsabilizarme del hecho de que fui un gilipollas, de que fui un egoísta, de que utilicé a la gente para sentirme mejor y, cuando acabé, seguí adelante. Traté a la gente peor de que debería. El autor Joseph Campbell habla de la muerte del héroe. Y el héroe debe morir para poder renacer de nuevo».

«Nadie me contratará. Nadie me asegurará… si lo hacen dirán que son personas que apoyan a los maltratadores. A nivel financiero no es que esté arruinado, es que estoy masivamente endeudado».

 

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El actor, que también habla y critica la cultura de la cancelación, niega toda acusación de violación en su contra y afirma que ahora está mucho mejor y más sano. Actualmente se encuentra con su mujer y sus hijos en las Islas Caimán trabajando como vendedor de multipropiedades.

Varios psicólogos han estudiado el caso y llegan a la conclusión de que, sin conocer la verdad de los sucesos, «lo que tiene el señor Hammer son fetiches, pero no delitos».

Pero Hammer no es más que otro caso de excesos y depravación sexual en Hollywood y en una ciudad, Los Ángeles, cada vez más inestable. Desde que la meca del cine nació este tipo de comportamientos han sucedido a lo largo de las décadas cubiertos por el poder de las productoras y el estatus de estrella de los protagonistas. Casos como el de James Caan en los 80s que llegó a vivir en la mansión Playboy y era conocido por su vida fuera de los platós hasta James Franco pasando por Charlie Sheen, Tiger Woods o Anthony Kiedis. Pero el caso que lo cambió todo, fue el de Michael Douglas.

El actor, miembro de una dinastía de actores y en el mejor momento de su carrera tras el éxito del thriller erótico Instinto Básico (1992), tuvo que confesar su adicción al sexo después de que la prensa lo publicara en 1993. Douglas tenía un deseo sexual incontenible y su adicción le llevó a tener otro tipo de problemas como el alcohol, las drogas y aventuras extramatrimoniales que acabaron con su matrimonio de 23 años con Diandra Luker.

Dicha confesión supuso que el tema tabú hasta entonces se tuviera que abordar en EE.UU. y la industria del cine y, por fin, se reconoció como una verdadera enfermedad.

«Se convirtió en una nueva enfermedad. Nadie había escuchado sobre eso hasta entonces, pero se quedó pegado a mí, y aún surge de vez en cuando» – Michael Douglas.

Lo que está claro es que el poder, la fama y el estatus, en ocasiones, provocan que este tipo de celebridades se crean por encima de los demás y se consideren intocables a la hora de cometer este tipo de comportamientos que la propia fama y poder les ha provocado.

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