De ser una estrella de acción y protagonizar éxitos en taquilla como La Momia (1999), Brendan Fraser pasó por una oscura etapa.
Brendan Fraser fue una estrella. El actor de 53 años puede considerarse el Indiana Jones de toda una generación gracias a su papel como Rick O’Connell en la trilogía de La Momia (1999, 2001, 2008). Pero, como fugaz fue su aparición, fugaz fue su desaparición.
Fraser inició su carrera a principios de los 90s con papeles menores y secundarios, sobretodo en comedias, ya haciendo patente su carisma y su buen hacer delante de la cámara. Era de los actores que llenaba la pantalla y su humor la traspasaba. Y esto no pasó desapercibido cuando en 1997 firmó su primer pelotazo comercial, George de la Jungla. Una película mítica de los 90s que logró triplicar en recaudación su presupuesto inicial de 55 millones.
El actor estaba de dulce y tras varias nominaciones y premios por Still Breathing (1997) y Dioses y Monstruos (1998) consiguió el papel de su vida como protagonista de La Momia. Una cinta que arrasó en taquilla, una película de aventuras clásica con un personaje que derrochaba humor, carisma, atractivo y talento. Sin embargo, tal éxito, lo consumió.
Durante los siguiente 9 años trató de replicar ese éxito con diferentes proyectos como Looney Toones: Back in Action (2003) pero no logró dar en el clavo. Además, su físico tras varios años de intenso entrenamiento para lucir lo mejor posible en la gran pantalla lo llevó a un colapso. Para 2008, Fraser comentó en su momento para GQ:
«Probablemente me esforcé demasiado, de manera autodestructiva. Para cuando hice la tercera película de La Momia en China usaba bolsas de hielo con tapón de rosca y las almohadillas debajo de la ropa. Estaban construyendo un exoesqueleto para mí todos los días».
De hecho, el actor ha tenido que pasar por el quirófano en varias ocasiones entre ellas intervenciones en la columna vertebral, en una rodilla y una reparación de sus cuerdas vocales.
UNA HISTORIA #METOO
Fraser también pasó por una profunda depresión a lo largo de la última década donde ha permanecido casi desaparecido. Tras un divorcio convulso donde se libró una batalla legal contra su ex mujer Afton Smith que logró una pensión de 900.000$ anuales. Fraser, por entonces, apenas ganaba más de 3 millones y se dejaba buena parte en sus representantes y en paliar su estado de salud.
Pero hubo otro motivo que le pudo conducir a esa depresión: un abuso. En 2003, según cuenta el propio Brendan Fraser para GQ en 2018, el periodista Phillip Berk abusó de él en un hotel de Beverly Hills después de un evento de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood, la entidad que entrega los Globos de Oro.
Según Fraser, Berk se le acercó para saludarlo y aprovechó el gentío de la gente para pellizcarle el trasero y tocarle la zona entre los testículos y el ano. El periodista afirmó que fue una broma pero Fraser lo detalla:
«Su mano izquierda se extiende, me agarra la nalga y uno de sus dedos me toca el perineo. Y empieza a moverlo».
«Me hizo sentirme enfermo. Me sentí como un niño con un nudo en la garganta. Creía que me iba a poner a llorar».
El actor se marchó enseguida del evento, lo que supuso un pequeño revuelo. A pesar de ello, nunca presentó ningún cargo para no dañar su carrera ni su imagen, aunque es probable que tal desplante si que le afectase. Nunca volvió a ser invitado a un evento de los Globos de Oro y su teléfono dejó de sonar.
«El teléfono deja de sonar y empiezas a preguntarte por qué. Hay muchas razones, pero ¿era esta una de ellas? Creo que sí. El silencio fue ensordecedor».
El silencio, como en el caso de Harvey Weinstein o Will Smith más recientemente, una vez más como marca de la casa de Hollywood. Tuvieron que pasar 15 años para que Brendan Fraser, una estrella en aquel momento, lo hiciera público. Da que pensar.
RESURGIR
A pesar de todo, abusos, divorcios duros, depresiones, fracasó profesional… Brendan Fraser parece estar de vuelta. Desde 2016 se ha dejado ver en proyectos importantes en TV como Trust (2018) o Doom Patrol (2019 – 2021) y se está preparando para interpretar uno de los papeles más importantes de su carrera bajo las órdenes de Martin Scorsese en su nueva película junto a Robert De Niro y Leonardo DiCaprio. No es poca cosa.
Además, protagonizará la nueva y esperada película de Darren Aronofsky, The Whale, donde su cambio físico se hace más notable aún y es un desafío en su carrera: interpreta a un hombre con 270 kilos que trata de reconciliarse con su hija de 17 años.
Además rodará una película junto a Peter Dinklage (Juego de Tronos, 2011 – 2018), Josh Brolin (Vengadores: Endgame, 2019) y Glenn Close (101 dálmatas, 1996). Ojalá estos proyectos le sitúen en el lugar donde merece y tenga su propia redención.