‘WeCrashed’ (2022) REVIEW

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Fuente: Apple TV+.

EL PODER DEL ‘WE’

La historia de ‘WeCrashed’, y por tanto de la empresa de coworking WeWork, es el absurdo elevado a la séptima potencia. Probablemente, el que ya conociera la trayectoria de esta empresa no logrará sorprenderse tanto cómo los que no la conocíamos, pero sin duda es una ‘joyita’ digna de estudio. Cómo una idea, una visionaria idea, puede dar lugar a una de las empresas más ricas del mundo y, a su vez, no reflejar el trabajo y el esfuerzo que tiene que ser convertir esa idea en un gigante.

Pues bien, la respuesta en WeCrashed tiene un nombre: Adam Neumann. Jared Leto da vida a un loco del marketing, un israelí que, tras muchos fracasos, dio con una visionaria idea y apostó -con todo- por ella. Leto logra ese toque de genio alocado a un personaje del que realmente no te llevarías de juerga, un tipo bastante egocéntrico y chalado a partes iguales. Pero tiene un algo y ese algo es la capacidad de vender. La capacidad de convencerte de que tirarte por un avión sin paracaídas es el mayor encanto del personaje, y de la serie. Leto lo borda en ese sentido.

Pero si alguien representa ese poder del We, esa es Anne Hathaway. La actriz encarna no sólo a la perdida Rebekah Neumann, sino a un post modernismo en el que todos comeremos verde, fluiremos unos junto a los otros y salvaremos al mundo de a saber qué. Y Hathaway está espléndida en ese papel. Logra acercarnos a una niña rica, que cómo bien ella dice «siempre he tenido lo que he querido», y la convierte en una caprichosa sombra de Adam, una sombra que no encuentra nigún propósito en su vida y que se aferra a la idea de que todo tiene que ser chuli. Y la vida, obviamente, no es así.

*SPOILERS*

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Jared Leto y Anne Hathaway, a la izquierda. Adam Neumann y Rebekah Neumann, a la derecha.

FUERA DE CONTROL

El surrealismo y el absurdo reinan en la miniserie desde el inicio. ¿Cómo una empresa de decenas de miles de millones de dólares puede irse a pique? ¿Por qué una idea visionaria, bien ejecutada, puede acabar yéndose al traste por una mala gestión? Bueno, son algunas de las preguntas que se te ocurren al ver la serie. WeWork nació como una revolución en la forma de trabajar. Una ambiente de coworking donde autónomos, pymes y trabajadores de la propia empresa podían compartir espacio de trabajo, flexibilizar el horario y extender relaciones entre ellos. La idea es fabulosa. Empresas como Google, Facebook o Apple la han implementado, logrando un ambiente más calmado y disfrutable para sus trabajadores.

Adam Neumann es un vendedor nato y un loco capaz de llevar su idea a cabo. Apostó por ella cuando no tenía nada y cuando quiso expandirse, arriesgando todo lo que había ganado. Su tenacidad le hizo una de las personas más ricas de mundo y su forma de cautivar a los inversores le hizo escalar a la cima del mundo empresarial. Pero no pudo hacer eso sin el otro gran protagonista de la historia: Miguel McKelvey. El socio de Neumann, encarnado por Kyle Marvin, fue quién hizo el trabajo detrás de las cámaras, quién se bajó al barro para conseguir ese primer plan de empresa, quién apostó por Neumann cuando nadie lo hacía y quién tenía los pies en la tierra en la empresa. Su falta de liderazgo y contundencia le convirtió en «uno más» cuando no lo era, y Neumann, que reconcía que no podía haberlo logrado sin él, nunca le dio el valor ni el reconocimiento necesario. WeWork creció hasta los 47 Billones de dólares, pero esa falta de humildad y sentido común provocó su caída. Tras una década, Neumann dejó de ser el CEO.

WeWork
WeWork.

UNICORNIOS EN LA CABEZA

A menudo se catalogaba WeWork como una empresa unicornio. Una empresa capaz de generar 1800 millones de dólares al año. Pero la realidad es que perdía unos 1900 también. La historia nos puede recordar a otras películas centradas en empresas que lograron un éxito enorme, como ‘La Red Social’ (2010) o ‘El Lobo de Wall Street’ (2013) pero no tienen mucho que ver. La forma de dirigir es distinta, el guión es más simple y la fotografía ni se acerca a los niveles de esas cintas. Aunque la BSO si que acompaña realmente bien a la miniserie, la calidad no llega ni por asomo a la vista en las cintas de David Fincher y Martin Scorsese.

Como toda historia de ascenso, ‘WeCrashed’ tiene su caída. O más bien la caída de los Neumann. Tanto Adam como Rebekah reciben su dosis de humildad y realidad. Rebekah, tras lanzarse a expandir la marca We por todo el mundo y abir su propia escuela de «educación alternativa» basada en jugar sin aprender, obtiene su golpe de gracia cuando tiene que afrontar la situación de que no puede mantener esos caprichos ni un momento más por el estado de la empresa. La mujer sin propósito se queda fuera de juego cuando su marido no puede costear sus idas y venidas.

Más dura es la cura de humildad de Adam. Logró alzarse como ‘Emperador’ a los hombros de un gran sirviente como lo fue Miguel, pero todo emperador cae. Su forma loca de hacer negocios, despilfarrando dinero de la empresa, centrado en expandirse por todo el mundo sin ningún tipo de conocimiento ni control, preocupado más por su imagen y por las fiestas de su empresa que por sus trabajadores, a los que despide sin dudar cuando ese despilfarro lo pide. Pero, por suerte, cometió un grave error. Una empresa privada puede mantener en secreto este tren de vida, pero una pública no. Tiene que rendir cuentas y salir a bolsa fue el punto final.

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Las ‘locuras’ de WeWork.

FIN DEL JUEGO

Los inversionistas, que no son estúpidos, destituyen a Neumann como CEO de WeWork y toman el control de la empresa, aunque es tarde para salir a bolsa. Adam se queda entre la espalda y la pared, rechazando, fruto de su ego, una última oferta de uno de sus mayores objetivos de inversión, Massa, con el que tiene un tira y afloja durante toda la miniserie.

Al final no gana el más listo ni el más loco, sino el que tiene el dinero. Y sobre todo, el que sabe gestionarlo. Al final, todo quedó en demandas de unos a otros que no se resolverán en varios años y una empresa sumergida en el caos.

La miniserie, sin ser espléndida, es más que correcta. Aporta una historia muy interesante para los deconocedores de ella, juega con la tragicomedia y hay verdaderos momentos en los que te partes de risa, sobre todo gracias a Leto. Y tienes todas esas situaciones en las que piensas «No puede ser». Una serie muy disfrutable.

El discurso final de Cameron Lautner, nuevo CEO de WeWork que fue burlado por Adam durante parte de la miniserie, es el mensaje de la historia. Dice el Mandarín del cuento:

«Os creísteis una mentira. Una empresa de CoWorking no puede salvar el mundo. El capitalismo funciona para que los inversionistas se hagan ricos y vosotros ganéis dinero. Trabajar es un coñazo, sí, pero hay que currar».

Puntuación: ***1/2 (sobre 5)

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